domingo, 5 de junio de 2011

EL RETABLO DE ZURBARAN EN ZAFRA Y SU PROBLEMATICA

   Fue en el año 1948 cuando la intuición artística de Don Antonio Zoilo y otras personas doctas en la materia, que ya hacía tiempo que pensaban que el altar de San Ildefonso en La Colegiata de La Candelaria fuese pintada por el extremeño Francisco de Zurbarán. A este efecto visitó nuestra ciudad la crítica de Arte especializada en ese pintor María Luisa Caturla, que desde el primer momento confirmó la autenticidad de las pinturas, subrayando el inmenso valor del hallazgo y dando cuenta a la Dirección General de Bellas Artes para que se procediese a la inmediata de tan valioso retablo.
   Desde el departamento de Arte de Michigan, EEUU, el Sr Martín S Soria escribía:
       "estoy convencido de que el conjunto de Zafra es completamente de la mano de Zurbarán, todos los cuadros que lo componen, incluso los retratos y sin ayuda de asistentes..."
Sin embargo otras fuentes que no han aportado pruebas cientificas defienden que esta autoría solo seria aplicable en un 25 % de las pinturas.He buscado fuentes que puedan apoyar esta afirmación no encontrando nada mas que fuentes orales ,dejo este aspecto pendiente.
    HISTORIA DEL RETABLO.-

                                                Retablo de Nuesta señora de los Remedios.Excolegiata de Zafra.
                                               
   Fue en el año 1643, año aciago en que la Monarquía Española del cuarto Felipe de Austria caía mortalmente herido en Rocroi, cuando Zurbarán pasó por Zafra donde el ilustre Prócer Don Alonso de Salas Parras, procurador y síndico de la ciudad, le retuvo más de un año. D Alonso le encargó la ejecución del retablo de los Remedios para decorar su tumba y la de su esposa Doña Jerónima de Aguilar, en la capilla fundada por él (16 de Mayo de 1643) en el Crucero derecho de la Colegiata.
   Y así Zurbarán nos dejó estos cuadros, los cuales si no son de los mejores que salieron de su pincel, no pueden omitirse porque representan es estilo de transición entre su juventud y su madurez.
   Los cuadros de su primera época en Sevilla, en La Cartuja de Jerez de la Frontera y en el Monasterio de Guadalupe, son los de la sobriedad cromática, los del contraste del blanco y el negro, los de los monjes blancos.
   Los cuadros de la seguna época en cambio son de una sinfonía de colores, los de sus radiantes Santos y Vírgenes.
   En los de nuestra ciudad se puede apreciar la participación de los dos estilos. Colores sobrios: bermellón, ocre, negro, blanco (San Juan y San Jerónimo); y brillantes dorados, carmín, verdes y azul entre otros (San Miguel); colorista en las figuras y al fondo un paisaje multicolor (San Nicolás de Tolentino) o una Gloria resplandeciente (Imposición por la Vírgen de la Casulla San Ildefonso).

    EL RETABLO.-

   El retablo lo forman cuatro pisos divididos en tres cuerpos con estilo barroco del siglo XVIII. El ático está compuesto por un solo cuerpo central para destacar más el remate en frontón partido. Lo ocupa el cuadro de la Doble Trinidad, que representa la Sagrada Familia que pasea por un bello y luminoso paisaje y al Padre y al Espíritu Santo en un cielo brillante.
   El piso Alto está ocupado de izquierda a derecha por los cuadros de San Miguel en su actitud habitual pisando al demonio con su espada de fuego; la Imposición de la Casulla a San Ildefonso que repite el tema del Milagro de la Vírgen para el Santo Obispo Toledano; San Nicolás de Tolentino muy alargado y con el pájaro que representa el último milagro del Santo.
    El piso Central lo ocupan, a la izquierda San Juan Bautista, a la derecha San Jerónimo Penitente y en el Centro la Vírgen de los Remedios.
   El piso  Inferior ocupado por cuatro cuadros, los peores del retablo: El retrato de D Alonso y su esposa que no son de Zubarán. El Centro lo llenan dos cuadros que representan a San Andrés y a San Bernabé en reducido tamaño y que tampoco son de Zurbarán.


   No aparece ningún contrato para la realización de dicho retablo ya que los archivos notariales de la ciudad fueron destruidos en la Guerra de la Independencia.

   Cuando Mme Caturla los estudió llegó a afirmar que irrebatiblemente por lo menos seis cuadros pertenecían a Zurbarán. Los otros sería obras de discípulos de su taller.
   Gracias a la insigne investigadora se limpiaron y restauraron aunque el tiempo y el abandono habín dejado ya su tara imborrable en algunos apagando sus colores y dañando la tela al menos en cinco de ellos (Doble Trinidad, San Ildefonso, San Miguel, San Nicolás y San Juan). San Jerónimo está visible y los otros cuatro en un estado deplorable.

    MIREMOS LOS ZURBARANES DE ZAFRA.-

   El mayor lienzo del retablo representa la entrega de una casulla por la Vírgen a San Ildefonso de Toledo. En ella se reproducen las constantes de la pintura de Zurbarán. No hay en ella tenebrismo porque es un trozo de Gloria retratada en la tierra. Son seres angelicales y gloriosos que no tienen motivos humanos para entenebrecerse por rigores inquisitoriales. Es un cuadro de una composición perfecta cuya figura principal la constituye el santo de Toledo en éxtasis. Sus ojos humedecidos y elevados al Cielo tienen una serenidad Divina y bien compuesta.
                                                Imposición de la casulla a San Ildefonso.

   Zurbarán en sus extasiados frecuentemente desfigura el rostro, dándoles una bovez que trasciende la belleza humana. Son caras de santos ensimismados pero de facciones descompuestas por el momento del trance.
   En esta de San Ildefonso la dignidad del Obispo se ha mantenido. No así en el cuadro que está al lado y que representa a San Nicolás de Tolentino donde puede apreciarse dicha transformación del rostro.
   La figura de la Vírgen presenta una serenidad femenina y muy allegada a la condición humana.
   Hace el pintor una exhibición de técnica en el manto y los pliegues que caen en vellas arrugas sobre las cabezas de los querubines. Toda la gama de seres angelicales aparecen en el cuadro.
   La tonalidad de colores es sorprendente.
   Hay que destacar el libro que escribiera San Ildefonso sobre la Vírgen y que fuera el motivo de tan preciosa distinción.
   San Juan Bautista, hombre de Dios con drama intenso en su vida de Precursor, está pintado con un tenebrismo muy acusado.
                                                        San Jerónimo.

   San Jerónimo parece ofrecer una visión atormentada de la duda, de la congoja, de la tentación, que hace brusco y huraño el rostro del santo. bajo el punto de vista ascético, esa cara en un Santo no es atractiva.
   La Sagrada Familia que corona el retablo es muy característica de Zurbarán. La disposición del fondo hace que las figuras se adelanten vigorosamente sobre el fonde del lienzo.
                                                Sagrada Familia.

   En una disposición de lucha dinámica, San Miguel esgrime su espada contra el demonio. Con este vencido el pintor pone una pincelada de humor en su obra. Tiene el demonio un rostro desencajado, una naríz de beodo y unas muy curiosas alas negras que le brotan no del torso sino de sus negras posadeas para hacerlo más ridículo.
                                                     San Juan Bautista

   Gracias a Zurbarán por dejar en Zafra una bella muestra de su arte inimitable.

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