sábado, 4 de junio de 2011

LA TORRE DE ESPANTAPERROS, BADAJOZ

   La Torre de Espantaperros es una destacada fortaleza musulmana visible desde la lejanía y situada entre las callejuelas de la parte alta de Badajoz. Constituye una de las referencias monumentales más significativas de la ciudad.
   Su historia se remonta a la época del dominio almohade, a la segunda mitad del siglo XII, ligada a la construcción de la fortaleza que hoy pervive, y que entonces realizó el Califa Yakub Yusuf. La muralla se planteó con numerosas torres defensivas y entre ellas encontramos la Torre de Espantaperros que ocupa un lugar primordial por su monumentalidad y por la originalidad de su concepción.

   Pertenece esta torre al género de las albarranas, separadas de la muralla con el fin de favorecer la defensa, siendo notable la distancia de la Torre de Espantaperros a 24 metros aproximadamente del recinto.
   Construida por los almohades, tomó su primera configuración en la Alcazaba de Badajoz. Luego el modelo se extendió a otras fortificaciones de la región extremeña , toledana y en la cercana y conocida Torre del Oro sevillana que constituye un paso más en la elaboración de este esquema y algo más posterior, cronológicamente hablando, a la que comentamos en Badajoz. Desde luego ambas son torres poligonales y la de Badajoz tiene planta octogonal, configuración determinada por las necesidades que imponían los materiales de construcción utilizados en base, fundamentalmente, al tapial con mezcla de cal y tierra.
   En su construcción se aplicaba la mezcla mediante cajones de madera previo fraguado del material, labor que se veía facilitada en muros de sección recta, en detrimento de la línea curva.
   Presenta esta torre la particularidad de contar con un cuerpo edificado y habitable en su parte superior frente a la casi totalidad del resto de torres semejantes que se construyeron como bloques macizos.
   A la altura del pasillo que une la torre con el adarve, se abre un primer piso. En su centro se construyó una estancia de planta cuadrada, conformando así el resto del espacio una nave anular. La estancia se cubre mediante una bóveda vaída, mientras que en la nave, dividida en tramos cuadrados y triangulares, se dispusieron bóvedas de arista. Unas finas aspilleras con gran derrame al interior, dispuestas en algunos de los frentes, representan todo el medio de comunicación de la torre con el exterior. Desde esta planta, mediante una estrecha escalera, se asciende a un segundo piso que está concebido de manera idéntica al anterior. Finalmente, sobre este segundo piso, se formó una terraza almenada que corona el remate de la torre.
   En el centro de la terraza se eleva un cuerpo de sección cuadrada, realizado en ladrillo, y que representa un añadido mudéjar del siglo XVI. Se erije en el núcleo de la torre favoreciendo así su sentido de elevación pero desvirtuando lo que fuera su aspecto original. En el interior de este cuerpo puede apreciarse otra construcción de proporciones más reducidas, en mampostería, con pequeños vanos de distintas formas, que sería el remate original.
   La Torre de Espantaperros fue utilizada como campanario en el siglo XVI; allí estuvo colgada hasta el siglo pasado la campana que hoy se guarda en el Museo Arqueológico Provincial. Para hacerla sonar desde abajo, se realizó una abertura que todavía se aprecia en las bóvedas centrales.


   Antiguamente, esta torre era llamada Atalaya o Vieja, pero actualmente recibe el nombre popular de Espantaperros relacionado con el efecto sobre estos animales del ruido de la campana.

   Vemos que el estado de conservación de la torre es excelente, aunue algo retocada, llegando completa hasta nuestros días a pesar de los repetidos intentos de destruirla llevados a cabo durante el siglo pasado por considerarla edificación "inútil".
   La sobriedad del edificio es propia de la arquitectura militar: apenas dos filas de ladrillos que marcan la altura de la terraza, o las almenas que la coronan, contradicen la severidad de base de la construcción. Sin embargo, sólo el volumen armonioso del polígono de la torre, despojado de cualquier tipo de adorno, resulta atractivo en sí mismo.
   Por desgracia, los actuales accesos y el mantenimiento de la torre no permiten abrirla al público.
   En Badajoz existe otra torre octogonal, posiblemente de la misma data, conocida con el nombre de Torrequebrada. Está en las inmediaciones de la autovía en conexión a Mérida y serviría de atalaya desde la que vigilar y proteger el acceso oriental a Badajoz.

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